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La Columna I: Origen de los Ordenes Jónico, Dórico y Coríntio
Artifex - © 2003
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1) Según la tradición griega:

Doro, hijo de Eleno y de la Ninfa Orseida, reina de toda la Acaya y el Peloponeso, hizo construir un templo a Juno en la ciudad de Argos. Este templo tuvo las columnas del estilo que hoy llamamos dórico, sin que aún se hubiesen dictado una regla acerca de sus proporciones.

Más tarde, los atenienses enviaron 13 colonias a Asia menor, bajo el mando supremo de Ion, hijo de Xuto y de Creusa. Estas 13 colonias denominaron al nuevo país Jonia. en honor a su jefe Ion y decidieron erigir un templo a Apolo. Como desconocían las proporciones que debían dar a las columnas buscaron el modo de hacerlas fuertes y agradables a la vista. Resolvieron tomar la huella del pie de un hombre y la aplicaron en altura, descubriendo que el pie era la sexta parte del cuerpo, de modo que le dieron a la columna 6 veces el grueso de su imoscapo, incluyendo al capitel. De esta manera la columna dórica es proporcional al cuerpo del hombre.

Algún tiempo más tarde, decidieron construir un templo dedicado a Diana. Partiendo de la huella del pie también decidieron darle la delicadeza de un cuerpo de mujer. El diámetro de la columna lo hicieron igual a la octava parte de su altura, para darle un aire más esbelto. Seguidamente hicieron la basa a modo de calzado, tallaron volutas a uno y otro lado del capitel, queriendo imitar el cabello que cae a bucles a izquierda y derecha.

Por medio de festones y cimacios, como cabellos arreglados sobre la frente, adornaron la parte anterior de los capiteles. Además trazaron estrías a lo largo del fuste de la columna, a imitación de los pliegues de la túnica de las matronas.

De este modo, inventaron los dos estilos, imitando en uno la simplicidad desnuda del cuerpo masculino y la delicadeza, el adorno y las proporciones del de la mujer en el otro.

Los arquitectos posteriores, dejándose ganar por el encanto de las proporciones más finas, definieron para la columna dórica una altura de 7 veces su diámetro y para la jónica, la fijaron en 9 diámetros.

En cuanto al Corintio, representa la delicadeza de una doncella. La invención se debe a que una doncella de Corinto, apenas núbil, enfermó y murió. Su nodriza depositó en un canastrillo sobre su tumba algunos objetos que fueron de su agrado en vida y tapó la cesta con un ladrillo.

Con el tiempo nació bajo el canastillo una planta de Acanto, que con el tiempo, empezó a echar tallos y hojas, creciendo a ambos lados de la cesta y al subir, tropezaron con el ladrillo, doblándose, produciendo los contornos de las volutas. El escultor Calímaco, llamado Catatechnos ( primer artífice) por la delicadeza con que tallaba el mármol, pasó casualmente por la tumba y , prendado por esta nueva forma, la reprodujo en las columnas que hizo para los de Corinto.



2) Teoría Egipcia:

(Traducción del inglés por Miquel Ramis)

Cuando los reyes egipcios de la tercera dinastía (ca. 2900 BC) empezaron a construir sus estructuras públicas y privadas de en piedra, los arquitectos y canteros se enfrentaban con muchos dilemas. Entre ellos, el más importante era el desconocimiento de las cualidades estructurales de la piedra.

Después de todo, el análisis de resistencia era desconocido, y ciertamente, ningún constructor quería ver caer su recién construido templo o palacio. La solución al dilema fue combinar las cualidades de un material de construcción conocido, como la madera, con las de la desconocida piedra. Con cuidadosa precaución y mentalidad conservadora, se aferraron a las formas estructurales y constructivas que habían servido bien en el pasado. Así, nos encontramos que los techos de piedra del templo de la pirámide de Joser están tallados en altorrelieve para imitar troncos, con sus paredes interiores grabadas en diseños que parecen juncos entretejidos.

Cuando los arquitectos egipcios utilizaron por primera vez columnas de piedra para sostener sus recién diseñados edificios de piedra, también las modelaron a partir de los soportes vegetales, materiales que se encuentran a lo largo del río Nilo. Estas columnas se hicieron imitando la apariencia (y con la esperanza de imitar también las cualidades estructurales) de los troncos de palmeras, árboles jóvenes y atados de juncos de papiro.

El ribeteado o acanalado de las columnas representan los atados de papiros, mientras que los capiteles se tallaron para imitar el follaje.

Cuando cientos de años más tarde los griegos tomaron prestada la mayor parte de la ciencia arquitectónica egipcia, también diseñaron sus columnas imitando materiales naturales- que no se encontraban en tierras griegas, sino en las orillas del Nilo. Así, los tres ordenes de las columnas del templo clásico griego--Dórico, Jónico, y Corintio--evolucionaron de estilos que antes habían aparecido en columnas de templos egipcios.

Los tres estilos mantienen el acanalado, diseño proveniente de los juncos utilizados como pilares de soporte en tiempos antiguos. Los capiteles de los 3 estilos están diseñados imitando el follaje tan familiar al arquitecto egipcio. El tradicional capitel dórico es una representación altamente estilizada del follaje del papiro, el jónico imita al capullo de papiro, mientras que el corintio imita las hojas de una palmera datilera. (1)

Lecturas relacionadas:

Approaches to the Archaeological Heritage: a Comparative Study of World Cultural Resource Management Systems (Cambridge University Press, 1984).
De Camp, L. Sprague. The Ancient Engineers (Doubleday & Company, 1960).
Mansell, George. Anatomy of Architecture (A & W Publishers, 1979).
Peet, Stephen D. Ancient Monuments and Ruined Cities; Or, The Beginnings of Architecture (Office American Antiquarian, 1904).
Prott, Lyndel V. Law and the Cultural Heritage, 3 volumes (Professional Books, 1984-1989).
Trachtenberg, Marvin. Architecture, from Prehistory to Post-Modernism: the Western Tradition (Prentice-Hall, 1986).
US Department of the Interior, "How to Apply the National Register Criteria for Evaluation," Bulletin, No. 15, revised. National Register Division, National Park Service, U.S. Department of the Interior, Washington, D.C., 1982.


(1)Nota 1: Como podemos ver, siempre puede haber dos teorías divergentes pero igualmente convincentes la hora de explicar algo. En este caso es indudable que la influencia Egipcia es decisiva sobre la arquitectura Griega. No obstante no es menos cierto que posteriormente, fueron los griegos los que invadieron y dominaron Egipto. La famosa reina Cleopatra era una griega que vivía en una ciudad griega (Alejandría, en memoria de Alejandro Magno) y su cultura y la de la elite gobernante eran completamente helénicas.

Es evidente la asociación entre los capiteles y columnas egipcias y el reino vegetal, pero en el caso de los órdenes griegos marece más razonable la explicación de representación estilizada del ser humano.

Culturalmente, la civilización griega mira al individuo, no a la naturaleza, y parece más lógico que se inspire en los temas predominantes en su cultura. Por otra parte, las columnas de piedra egipcia llevan ya cientos de años en pié, por lo que ya no es necesaria tanta cautela conservadora.

La existencia del griego no depende de las crecidas del Nilo para su subsistencia (un hecho ajeno al hombre y que implica una cierta mentalidad de supeditación a la naturaleza) sino que busca su subsistencia en el comercio, siendo dueño y responsable de su fortuna. Precisamente este dato es el que tradicionalmente se considera clave para el nacimiento de la filosofía entre los griegos: el viajar permite conocer diferentes modos de interpretar la existencia y los griegos aprendieron a relatividad al contemplar como diferentes culturas tenían costumbres y ritos absolutamente distintos, pero que al final servían igualmente como reglas de convivencia y normas sociales.

Este nuevo conocimiento es el que abre el campo a poder plantearse un diseño de un modo completamente nuevo, no sujeto a los condicionantes de la propia cultura, sino ya libre para diseñar ya como creador, como bien ilustra la historia de Calimachus y el nacimiento del capitel corintio.

Los Capiteles clásicos
Una columnata jónica

Ver columna II

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