Cuando hablamos de parábolas, todo el mundo
recuerda las de Cristo, por lo que parecen algo antíguas
y pasadas de moda. Sin embargo, las parábolas
son historias sencillas diseñadas para hacer
reflexionar. Aquí se recopilan algunas hermosas
parábolas actuales :
GESTION DE TIEMPO
Un experto asesor de empresas en Gestión del
Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia.
Sacó de debajo del escritorio un frasco grande
de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto
a una bandeja con piedras del tamaño de un puño
y preguntó: Cuantas piedras piensan que caben
en el frasco?.
Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas,
empezó a meter piedras hasta que llenó
el frasco.
Luego preguntó: ¿Está lleno?.
Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces
sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla.
Metió parte de la gravilla en el frasco y lo
agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios
que debajan las piedras grandes. El experto sonrió
con ironía y repitió:
¿Está lleno?.
Esta vez los oyentes dudaron: Tal vez no. ¡Bien!.
Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó
a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños
recovecos que dejaban las piedras y la grava. ¿Está
lleno? preguntó de nuevo. ¡No!, exclamaron
los asistentes.
Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro
que comenzó a verter en el frasco. El frasco
aún no rebosaba.
Bueno, qué hemos demostrado?, preguntó.
Un alumno respondió: Que no importa lo llena
que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes
hacer que quepan más cosas.
¡No!, concluyó el experto: lo que esta
lección nos enseña es que si no colocas
las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas
después.
¿Cuales son las grandes piedras en tu vida?.
Tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu salud,
la persona que quieres?. Recuerda, ponlas primero. El
resto encontrará su lugar.
Carlos "el judio"Deutsch
La zanahoria, el huevo y el café
Un acólito preguntaba a su maestro acerca de
la vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.
No sabía cómo hacer para seguir adelante
y creía que se daría por vencido.
Estaba cansado de luchar. Parecía que cuando
solucionaba un problema, aparecía otro.
Su maestro, lo llevó a la cocina del monasterio.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó
sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas
estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en
otra colocó huevos y en la última colocó
granos de café. Las dejó hervir sin decir
palabra.
El alumno esperó impacientemente, preguntándose
qué estaría haciendo su sabio maestro.
A los veinte minutos apagó el fuego. Sacó
las zanahorias y las colocó en un tazón.
Sacó los huevos y los colocó en otro plato.
Finalmente, coló el café y lo puso en
un tercer recipiente.
Mirando a su extrañado alumno le dijo: "¿qué
ves?" -"Zanahorias, huevos y café"
fue su respuesta. Le hizo acercarse y le pidió
que tocara las zanahorias.
Lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le
pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego
de sacarle la cáscara, observó el huevo
duro. Luego le pidió que probara el café.
El aprendiz sonrió mientras disfrutaba de su
rico aroma y humildemente preguntó: "¿Qué
significa esto?"
El maestro explicó que los tres elementos habían
enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero
habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero
después de pasar por el agua hirviendo se había
vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo
había llegado al agua frágil, su cáscara
fina protegía su interior líquido; pero
después de estar en agua hirviendo, su interior
se había endurecido. Los granos de café
sin embargo eran únicos; después de estar
en agua hirviendo, habían transformado al agua.
"¿Cual eres tú?", le preguntó.
"Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo
respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte
pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te
vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón
maleable? Poseías un espíritu fluido,
pero después de una muerte, una separación,
o un problema te haz vuelto duro y rígido? Por
fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero,
con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café
cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto de ebullición el
café alcanza su mejor sabor. Si eres como el
grano de café, cuando las cosas se ponen peor
tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu
alrededor mejoren.
Los clavos del mal carácter
Esta es la historia de un joven que tenía muy
mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos
y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería
clavar un clavo detrás de la puerta. Pronto la
puerta se llenaba de clavos. Pero, a medida que aprendía
a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos
detrás de la puerta. Descubrió que podía
controlar su genio, pues el clavar le hacia pensar sobre
su mala actitud.
Llegó el día en que pudo controlar su
carácter y ya no tenía razón de
clavar. Después de informar a su padre, éste
le sugirió que retirara un clavo cada día
que lograra controlar su carácter. Los días
pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre
que no quedaban más clavos para retirar de la
puerta. Era ciertamente un gran logro, pero su padre
lo tomó de la mano y lo llevó hasta la
puerta. Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío,
pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más
será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia,
dejas cicatrices exactamente como las que aquí
ves. Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho,
pero la herida permanece y el mal se propaga. Una ofensa
verbal es tan dañina como una ofensa física.
Ahora hace falta trabajar mucho mas para que la puerta
quede como nueva. Hay que reparar cada agujero y muy
difícilmente lograrás que quede como nueva.
No es suficiente dejar de pecar. Hay que reparar. Todo
se sana con la gracia de Dios, pero requiere mucho sacrificio
y reparación. Las heridas que deja el pecado
requieren como remedio la cruz.
Autor desconocido
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