( Texto: Miquel Ramis. Imágen
: www.redepapa.org/ patataclave.html)
La concepción espacial para la talla de la
piedra no es algo innato, sino que se desarrolla con
la práctica. Antes de crear un volumen, hay que
construirlo mentalmente, siguiendo una serie de pasos
lógicos y secuenciados. A medida que vamos avanzando
en la talla, crece nuestra concepción espacial
y por tanto somos capaces de imaginar nuevos retos,
paso imprescindible para poder ambicionar hacerlos.
Tenemos que entender que esta cualidad no está
relacionada con la dureza del material sino con el desarrollo
de una habilidad manual que a su vez está gobernada
por una mente creativa. La mano despierta la creatividad
tanto como esta guía a la mano. A veces hacemos
algo porque "sale así" y otras porque
"queremos que salga así". Los dos caminos
son complementarios y de la misma importancia.
El diseñado de las cúpulas de Sidney,
del Arquitecto Jorn Utzon nació de jugar con
la cáscara de una naranja tras el almuerzo.
Por tanto, resulta inútil empezar a trabajar
con un material tan duro como la piedra sin tener claro
lo que deseamos hacer. Para ello, se empieza trabajando
con materiales blandos, el más sencillo de los
cuales es una simple patata. Con un cuchillo, podemos
tallar un rostro, una idea, ensayando los mismos pasos
que luego daremos en material más duro: preparación
de la superficie, marcado y dibujado, primeros cortes
de desbaste, talla final.
Otros materiales para el principiante son el jabón
y la cera virgen (1), no adecuada en agosto, antes de
pasar a las primeras piedras: piedra pómez y
yeso fresco.
El paso de calizas blandas y areniscas ( marés,
santanyi) a las calizas duras, (mármoles, piedra
de binissalem) representa el paso definitivo para trabajar
liberado de las limitaciones técnicas de materiales
cada vez más compactos. Todavía existen
materiales más duros: granitos, basaltos y piedras
duras (ágatas, cornalinas, cuarzos...) pero para
la mayoría de los que trabajamos la piedra, la
morbidez y calidez de las calizas no tiene rival.
Notas:
(1):En el caso de la cera virgen, no hay que olvidar
que es la base de la técnica de la fundición
a la cera perdida, en la que una talla de cera virgen
se cubre de escayola o arcilla y se cuece en el horno,
fundiéndose u vaciándose de cera. El vaciado
resultante, una vez curado el molde, es nuevamente rellenado
de metal fundido, que adopta exactamente la forma de
la talla original de cera. Este sencillo método
viene siendo utilizado desde la edad del bronce para
realizar complicados diseños por etnias y culturas
que no disponen apenas de herramientas o talleres propiamente
dichos.
Las naranjas son otro material idóneo para un
tema específico: las bóvedas. Su corteza
curva y fácil de cortar es perfecta para efectuar
los cortes básicos de las bóvedas planas,
vaídas y naturalmente, las de media naranja...
(2) Desde el momento que utilizamos un instrumento
cortante (cuchillo, cutter...) debemos tomar las precauciones
debidas. Las heridas y cortes son parte del aprendizaje
así que siempre hay que trabajar con guante de
cuero grueso en la mano que sujeta el material sobre
el que tallamos. Los cortes y raspaduras que hagamos
al cuero hay que considerarlos mentalmente como cortes
y heridas reales. Por tanto, debemos analizar que movimientos
erróneos han provocado estos errores y corregirlos
inmediatamente.
Una norma básica es siempre trabajar alejando
la hoja de la mano que sostiene, hacia afuera. Otra
es considerar permanentemente la eventualidad de que,
presionando el cuchillo, la hoja resbale, por lo que
hay que dejar la trayectoria de la hoja libre de obstáculos.
El típico error de principiante consiste en
presionar el cuchillo fuertemente hasta que este sale
lanzado hacia adelante, cortando lo que encuentra en
su trayectoria. Los tallistas de madera cortan siempre
apalancando el lado de la hoja opuesto al corte sobre
el pulgar, lo que permite movimientos seguros y fuertes
pero de corta trayectoria.
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