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( Javier Lacosta)
| Detalle de un fresco que representa la conquista
de Mallorca con las muralla al fondo.
Palacio Berenguer de Aguilar, 1229 AD. Museo de arte catalán, Barcelona.
( Img: www.werner-forman-archive.com/
islamicworld.htm) |
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La
conquista de Medina Mayurqa por las tropas catalano
aragonesas supuso una catástrofe psicológica para los
almohades
"... El lunes 23 de safar fue la gran desgracia
de Mallorca. Que Dios la devuelva al Islam". Estas
líneas melancólicas de Ibn Aben Zara, a medio camino
entre la crónica histórica, la elegía y la plegaria
religiosa, ilustran lo que significó para la intelectualidad
almohade la conquista de Medina Mayurqa por parte de
las tropas catalano aragonesas de Jaume I en diciembre
de 1229.
Varios historiadores
musulmanes norteafricanos de aquellos momentos recogen
en sus anales y crónicas el golpe psicológico que para
su sociedad representó que el "tirano de Barcelona"
se apoderara de la isla. Así, al.Himayri narra que el
rey cristiano "infligió a los mallorquines tales
luchas, pruebas y asedios como nunca antes habían soportado.
Se apoderó de ella -la Isla- por la fuerza. Se apoderó
de su valí, Ibn Abu Yahya y lo torturó de la manera
más cruel hasta la muerte. La idolatría se enseñoreó
de la Isla el año 627" (1).
Lógicamente, estos historiadores
dan una versión de la guerra y la conquista bastante
diferente de la presentada por el bando cristiano. Es
interesante, sin embargo, que en ocasiones los historiadores
de uno y otro bando coinciden en los hechos acontecidos,
pero no en la interpretación de estos. Para tales historiadores
del bando de los vencidos, los hechos de 1229 no son
sino una acción cruel de unos bárbaros sedientos de
sangre y destrucción a los que no se puede aplacar con
la promesa de dinero o bienes a cambio de que respeten
la vida de los creyentes.
Los cristianos, los
romanos -rumí- son, para quienes han hecho
la declaración solemne de la fe islámica, unos idólatras,
asociadores, trinitarios, politeístas, infieles, descreídos
que acechan Mallorca "como manada de hambrientos
lobos atentos a su presa" (de Ash.Sahkandi, citado
por Alvaro Campaner), etc. Ante sus acciones violentas,
los musulmanes, sean almorávides, almohades, andalusíes,
beréberes -lo que implica a su vez diferentes concepciones
de la fe islámica- o incluso renegados que han apostatado
del cristianismo, se presentan ante el lector como las
civilizadas víctimas que no practican la guerra de agresión,
y que entienden que siempre se puede llegar a un arreglo
económico para salvar la propia vida.
La Mallorca islámica
de principios del siglo XIII se había recuperado con
creces de las consecuencias de la razzia pisana de 1114
(2), al punto que los antiguos agresores se veían forzados
a firmar tratados de paz (3). La Medina era una de las
ciudades más pobladas de Al Andalus y su valí, Abu Yahya,
era prácticamente independiente de la administración
del califa almohade. Según la división administrativa
musulmana, Ibiza y Menorca estaban sometidas al gobierno
con sede en Mallorca (4).
La población era variopinta
y se alejaba del estereotipo del moro aceitunado con
turbante tirando a mameluco, bien mugriento o bien en
plan personaje de las Mil y Una Noches:
en el Museu d'Art de Catalunya, un mural sobre Medina
Mayurqa ilustra esta diversidad étnica al presentar
el rostro de un hombre rubio al lado del de un negro,
en un grupo de cinco peones, todos con la cabeza descubierta,
barba corta de inspiración griega, cómodas ropas amplias
y brazos arremangados; el grupo se encuentra bajo el
pendón almohade que presenta una estrella salomónica
de seis puntas.
En el mismo museo, otro
mural ilustra la batalla de Porto Pí, anterior al asalto
a Medina Mayurqa; en él, los ligeros caballeros almohades,
de piel blanca u oscura, se tocan con un gorro de tela,
cuyo largo extremo cae por un lado de la cabeza en contraste
con caballeros cristianos de pesadas armaduras. Las
representaciones corroboran que Mallorca acogía a personas
de procedencia diversa sin poner demsiadas trabas. El
mismo comerciante y marino cristiano que sugirió la
conquista catalana, Pere Martell, había visitado la
Isla varias veces; los catalanes encontraron tras la
toma de la ciudad al renegado Gil d'Alagó -islamizado
con el nombre de Mahomet-, así como a comerciantes pisanos,
genoveses y provenzales (5) que vivían entre el mahometanismo
sin demasiadas molestias.
Las Islas Orientales
de Al Andalus mantuvieron siempre un poderío corsario
y comercial remarcable desde que, a partir del año 903,
fueron islamizadas por el emirato de Córdoba. Entre
esa fecha y la anterior incorporación de Baleares al
Imperio de Oriente por Teodosio se encuentran "los
siglos oscuros", en los que apenas hay referencias
históricas sobre el archipiélago. La protección brindada
por Carlomagno parece una entelequia poco fiable, casi
una argucia publicitaria de la cancillería del emperador.
Ya el primer valí, el yemení Isam al Hawlani, se distinguió
por construir "mezquitas, posadas y baños"
(citado por Rosolló Bordoy), lo que equivale a establecer
una civilización refinada, con preocupaciones espirituales,
que disponía de lugares de encuentro social y comodidades
atractivas. La Medina constaba de tres recintos amurallados;
se registraban entre 32 y 48 mezquitas en toda la Isla
(6), la mayor de ellas en el emplazamiento que hoy ocupa
la Catedral tan admirada por los turistas. Mallorca
producía cultivos de secano y regadío, leña, mulas -estos
dos últimos productos, equivalentes a combustible, materia
prima y transporte, eran muy tenidos en cuenta en la
intendencia militar medieval-, aceite y sal en abundancia
en las salinas de Ibiza y Mallorca.
Pero la prosperidad
y la tolerancia religiosa y étnica no traían aparejada
la calma y paz interior. De hecho, cuando la escuadra
de centenar y medio de naves cristianas desembarcó en
Santa Ponça en septiembre de 1229, Yahya estaba a punto
de ejecutar a 50 prohombres de la ciudad implicados
en una conjura contra su persona.
Estas disensiones en
la sociedad mallorquina islámica se originaban tanto
en la propia personalidad de Abú Yahya como en las tensiones
entre almorávides y almohades. Los últimos, más puritanos
-salvando las distancias, ya que este calificativo es
cristiano y no musulmán (7)- que los primeros, se apoderaron
de Mallorca en 1203 por orden directa del califa almohade
Muhammad ben Yaqub ben Yusuf, llamado Al Nasir. Conviene
recordar que califa (8) es un galicismo
relativamente reciente -quizá influencia literaria de
la primera traducción del Ua laila u laila,
las Mil y Una Noches del francés Galland-
y que las crónicas catalanas hablan en su lugar del
miramamolí almohade, es decir, del amir
al muminin o príncipe de los creyentes.
Años antes de la llegada
de los almohades, ciertos magnates almorávides habían
ofrecido la sumisión a Yaqub, pero a la iniciativa se
opuso la familia más prestigiosa de los almorávides
mallorquines, la Banu Ganiya, que gobernaba de forma
independiente desde la razzia pisana: a ellos se debía
la recuperación económica y política. La muerte del
califa/emir Yaqub en la batalla de Arcos fue aprovechada
por Alí ben Ganiya, al Mayurkí en las crónicas,
para abrir un frente bélico anti almohade en Ifriquiya
(Túnez). Pero durante su ausencia, circunstancias demasiado
prolijas para ser narradas brevemente determinaron la
adscripción de los mallorquines a la causa almohade.
Baste decir que Alí comisionó a su hermano Abd Allah
para que regresara y recuperara la Isla; logrado esto,
Abd Allah se enfrentó a las tropas almohades que desembarcaron
en varias ocasiones mientras su hermano Alí seguía combatiendo
a los almohades en Túnez, hasta que el emir Al Nasir
consiguió combinar sus fuerzas con las de otros mallorquines
afectos a su causa. Estando sitiada la Medina, Abd Allah
acudió ebrio a repeler el ataque a una de las puertas;
se cayó del caballo y un curdo llamado Omar le arrebató
su propia espada con la que le cortó la cabeza. El cráneo
se envió a Marruecos, centro polkítico del movimeinto
almohade, en tanto su cuerpo se colgó en un lienzo de
la muralla de Medina Mayurqa. De esta forma, los almorávides
Ganiya se convertieron de invasores de los almohades
en invadidos por éstos, de libertadores en proscritos
y exiliados.
Esta larga -y enmarañada-
digresión era necesaria para calibrar hasta qué punto
era complicada la sociedad balear musulmana. Si bien
una parte deseaba adscribirse a la dominación almohade,
otra mantenía fuertes lazos con las familias almorávides
que habían reconstruido la Medina tras ser arrasada
e incendiada en la cruzada pisano catalana de 1114/16.
En este clima, el walí Abú Yahya se sentía obligado
a hacerse fuerte. Por circunstancias no aclaradas, Yahya
gobernaba desde 1208 sin que hubiera sido rotado o cesado,
lo que le confería cierta autonomía: en 1224 se le ordenó
que se trasladara a Túnez para un destino militar, pero
este encargo no fue cumplido (9).
Dentro de esta autonomía,
Yahya declaró la Yihad cuando naves de Tortosa se apoderaron
de unas galeras marroquíes que cargaban leña en el puerto
de Ibiza. En 1226, su hijo mayor capitaneó las galeras
mallorquinas que se apoderaron de una nave genovesa
y otras dos de Barcelona y Tortosa. El valí, merced
a estos éxitos, se sintió acrecentado en su poder; orgulloso,
se llega a expresar que se creía invencible, omnipotente,
quizá heredero del corso almorávide balear de los proscritos
Ganiya.
Como sucede en política
en tiempos de crisis, a un reforzamiento exterior siguió
un reforzamiento interior: Yahya ordenó la ejecución
de cuatro prohombres de la comunidad, dos de ellos sobrinos
de su tío materno, Abu Has Ibn Sayri. Este, con el respaldo
de otros notables, comenzó a planear una conjura para
librarse del gobierno de Yahya "que no sirve para
gobernarnos ni para defendernos", pero el valí
respondió con más represión y encarceló a otros 50 notables,
muchos de los cuales creerían llegada su última hora.
Fue en esos días de
revuelta cuando la escuadra de Jaume I llegó al islote
del Pantaleu. El valí había llamado a su presencia a
los 50 cautivos, quien sabe si para comunicarles su
pronta ejecución, cuando -a veces, la Historia imita
al teatro- dos mensajeros, uno seguido de otro, comunicaron
que ya se avistaban decenas de velas cristianas. Yahya
tuvo un rasgo de generosidad: indultó a los conjurados
y les conminó a que se aprestaran a la defensa común.
Los rehabilitados volvieron a sus casas y fueron recibidos
por sus familias "como si saliesen de sus tumbas"
(10).
Pero el indulto no bastaba
a todos, y algunos decidieron tomar partido por los
cristianos. Ya en el Pantaleu, las crónicas cristianas
registran cómo el moro Alí se presentó ante el rey para
conminarle a que tomara Mallorca cuanto antes, y le
informó sobre la disposición de las fuerzas del valí
(11). Acampados los catalano aragoneses frente a las
murallas, el prohombre Ben Abet se les ofreció para
suministrarles alimentos; su ofrecimiento a los magnates
cristianos invasores, marcada por una gran cortesía,
contribuyó a que los invasores mantuvieran el asedio
durante tres meses y medio sin que surgiera el hambre.
El hijo mayor del walí, el mismo que comandó las naves
corsarias en Ibiza, se entregó al rey. Por último, el
jefe de la conjura contra Yahya, su tío Ibn Sayri, dirigió
una huida secreta de parte de la población de la Medina
hacia el interior de la Isla, antes de la jornada del
31 de diciembre de 1229 en que los invasores entraron
en la ciudad por la puerta de Bab al Kofol (12).
Pero, ¿podían estos
desafectos ser tildados como traidores? Más bien no.
Sayri huyó, pero para continuar una resistencia en el
interior que se alargó durante dos años. Ben Abet, quizá
vengando una afrenta de Yahya, entregaba alimentos,
pero nunca aportó armas ni hombres: su actitud puede
excusarse si creía que los cristianos se marcharían
tras deponer a Yahya y saquear la Medina -Abet vivía
en Pollença (denominada ´Bullansa por los
musulmanes)-, o si recibió seguridades de que ni su
familia ni su hacienda serían perjudicadas por el nuevo
orden: Jaume I le calificó de "
ángel de Déu".
Sin embargo, es de temer que tuviera un destino peor:
su nombre no aparece más en las crónicas. En cuanto
a Alí del Pantaleu o de la Palomera, hay dudas sobre
si existió realmente o se trata de una creación literaria
para adornar la conquista con hechos maravillosos (13).
Del hijo mayor de Yahya, quizás dotado de mayor perspicacia
política que su padre, se sabe que quedó bajo la protección
real y se bautizó con el nombre de Jaume.
A todo esto, el walí
mantenía serias esperanzas de dominar la situación,
pese a haber sido derrotado en tres enfrentamientos
en campo abierto -primeras escaramuzas, batalla de Porto
Pí, derrota de su lugarteniente Fati Allah- y tener
la ciudad sitiada y sin agua. Yahya fanfarroneaba y
no calculaba el peligro real de una expedición con bula
de Cruzada cuyos magnates habían jurado vengarse por
la muerte de sus parientes Ramón y Guillem Montcada
en la batalla de Porto Pí. En unas primeras conversaciones
de paz convocadas por él mismo, el orgulloso Yayha aún
preguntaba a los cristianos que qué querían, como dándoles
la oportunidad de explicarse.
En una segunda propuesta
del walí se ofreció, por el intermedio del renegado
Mahomet/Alagó, a pagar los gastos que habían tenido
los expedicionarios si cesaban la lucha y reembarcaban.
Ni caso. En la tercera, bajo tienda en terreno neutral,
Yahya ni siquiera miró a la cara al representante real,
Nunyo Sanç, pero le hizo saber que aquella tierra se
la había dado Dios, y se asombraba de que su rey se
atreviera a disputársela ... Yahya, no hay duda, no
estaba dotado para la diplomacia. La entrevista reseñada
acabó con una nueva oferta económica a los invasores
para que cesaran la lucha, esta vez de cinco besantes
"por la cabeza de cada hombre, mujer y niño"
habitante de la Medina, con tal que el rey "nos
diera estas naves que tiene, con las que pasar a Berbería,
y los que se quieran quedar que se queden"(14).
Es decir, que los catalano aragoneses se podían apropiar
de la ciudad y obtener además una recompensa a condición
de que respetaran las vidas de los sitiados y sus efectos
más personales. Esta oferta, además, informa al historiador
de cuál debía ser el presupuesto municipal
o economía del tesoro musulmán: alrededor de 50.000
personas vivían en esos momentos en la Medina, lo que
arroja un rescate de 250.000 besantes.
El trato convenía al
rey, ya que le ponía la ciudad intacta en sus manos
y resarcía su tesoro con dinero en metálico, pero sus
nobles, vengativos, lo rechazaron. Con cierto sentimiento,
el rey hizo saber al walí "que hiciera lo que pudiera,
que nosotros haríamos lo que pudiéramos". Con mayor
sentimiento aún, Yahya reunió su consejo, hizo referencias
al cruel destino que les esperaba a sus esposas e hijas
en manos cristianas "que más quisiera haber perdido
la cabeza". A lo que "todo el pueblo gritó
con una sola voz, diciendo que más valía morir que sufrir
tan gran desgracia". Y se volvieron a los muros
con tal ímpetu "que hacía más (daño) un sarraceno
que dos no hacían antes" (15).
Cada vez que uno de
las túneles o cavas subterráneas que realizaban los
cruzados estaba a punto de derribar un lienzo de muralla,
los sitiados levantaban detrás de este otro muro de
cal y piedras para tapar la brecha. Para ilustrar la
dureza de la lucha, el propio rey narra cómo los sarracenos
invadieron el interior de una de las cavas subterráneas
mediante una "contraataca" excavada desde
la Medina, y desalojaron del túnel a los cristianos;
el rey ordenó que acudiera la tropa armada con una ballesta
de torno que "dio tal a dos escudados sarracenos
que eran los primeros (que encontraron) en la cava que
los mató de un golpe, partiendo los escudos" (16).
Frente a la resistencia,
los sitiadores llegaron a estar tan desmoralizados que
abandonaban las guardias nocturnas. La combatividad
de los musulmanes fue tal que los nobles se preguntaron
si no debían haber aceptado la última oferta económica.
Pero Abu Yahya no pudo aprovechar esta ventaja, tanto
por su indecisión y la división causada por su política
como por la falta de auxilio exterior a la ciudad -lo
que también era consecuencia de la división.
Sumado todo ello, el
asalto final no pudo evitarse, la ciudad fue tomada,
24.000 personas fueron asesinadas, y Abu Yahya y su
hijo menor de 13 años padecieron suplicio hasta la muerte.
En tanto, Aben Sheyri mantenía una fuerza de 6.000 hombres
en el interior de Mallorca, hasta que fue vencido y
muerto el 14 de febrero de 1231 (al Makhzumi). El rey
en persona llevó a cabo varias operaciones de limpieza,
como la famosa ocasión en que obligó a desalojar una
cueva llena de centenares de refugiados mediante la
acción del fuego, en la zona de Artà.
A Sheyri le sucedió
Xuaip en la dirección de la resistencia. Tres castillos,
en Alaró, Pollença y Santueri, fueron las bases de los
rebeldes; el rey cita que los musulmanes podían ser
"bien quince mil con mujeres y niños" (17).
De ellos, sólo dos mil continuaron la lucha cuando el
rey y Xuaip hicieron las paces dando el primero libertad
de residencia a los musulmanes. Estos últimos resistentes
fueron liderados por el cadí Abu Alí Umar ben Ahmed
ben Umar al Amirí, quien fue muerto en la toma del castillo
de Pollença -castell del Rei- en mayo de
1231 (18). Los mallorquines musulmanes prefirieron arrojarse
por las laderas de los acantilados en el interior de
tinajas, que se despedazaron contra las rocas. La melancolía
invade la conclusión de la crónica de al.Makhzumí al
dar cuenta que, hacia el mes de Shaban, todos aquellos
que pudieron escapar de Mallorca alcanzaron los dominios
del Islam.
NOTAS:
1/ Se puede hallar una
amplia bibliografía básica en Els Oblidats,
de Guillem Roselló Bordoy, Ajuntament de Palma, Palma
de Mallorca, 1990. Entre los autores reseñados en esta
obra, sólo para el periodo de la conquista cristiana,
se hallan al.Maqqari (Kitab naff al.tibb,
El Cairo, 1885), al.Makhzumi (autor de una historia
de Mallorca desaparecida, pero cuya parte relativa a
la conquista resume al.Maqqari en seis páginas), al.
Himyari (Kitab arwad al.mitar, ed. Levi-Provençal,
Leiden, 1930), Ibn Abu Zar (Kitab rawd al Qartas,
ed. Huici, Valencia 1964. En esta última obra se recogen
las palabras de Ibn Zara).
2/ El conde Ramón Berenguer
III se alió con pisanos y genoveses entre 1114 y 1116
en una primera cruzada contra Baleares. El catalán aspiraba
a anexionarse el archipiélago de forma definitiva; los
italianos querían destruir la amenaza contra su comercio
naval, pero su intención no era la de fundar una nueva
comunidad. Saqueada y destruída por primera vez Medina
Mayurqa, y en ausencia de Ramón Berenguer III, la escuadra
pisana huyó a la vista de la escuadra almorávide enviada
desde Africa. Para este período, ver Ibn al Kardabus
´Historia de al.Andalus, ed. Felipe Maíllo,
Madrid, Akal, 1986. También el prestigioso ceutí Ibn
Jaldún, a través de su Historia de los bereberes
(Kitab al Ibar, ed. Bulaq, 1867), historió
este período. Por parte cristiana, la razzia originó
varias obras: el poema en latín Liber Maiolichinus
de gestis Pisanorum Illustribus, editado con el
subtítulo Poema della guerra balearica secondo
il Cod. pisano Roncioni aggiuntevi alcune notizie lasciate
de M. Amari, ed. Carlo Calisse, Roma, Instituto
Storico Italiano, 1904; la crónica Gesta Triumphalia
per Pisanos facta (en Italia Sacra,citado
en Bosquejo de la Dominación Islamita en las Islas
Baleares de Alvaro Campaner Fuertes, ed. Miquel
Font, Palma de Mallorca 1987) y a un segundo poema de
Lorenzo de Verona (Rerum in Majorica Pisanorum
ac de eorum triumpho pisis habito anno salutis MCXIV,
misma referencia anterior).
3/ Tratados de 1177,
1181, 1185 y 1188 con las repúblicas de Génova y Pisa
en las que ambas partes se comprometen a no dañarse
por mar o tierra. Campaner apunta que ninguna de ambas
repúblicas latinas habría firmado tal tratado con otro
estado a no ser que se viera amenazada por el firmante.
Como ejemplo de la recuperada fuerza del corso balear,
en 1178, musulmanes mallorquines atacaron Tolón y tomaron
como cautivo al vizconde de Marsella, Hugo Gaufrido.
4/ La administración
almohade procuraba rotar a los walíes o gobernadores
de jurisdicción cada uno o dos años. Por un lado, así
se evitaba que surgieran veleidades independentistas,
y por otro se premiaba o castigaba la gestión del gobernador,
ascendiéndole o degradándole, de modo semejante a los
mandarines en China. Antes de Yahya fueron walíes almohades
Abd Allah ibn Ta Allah Al Kumi, ascendido luego a almirante
de la flota almohade; Abu Zayd, tío del califa Yaqub
Al Nasir; y Abu Abd Allah ibn Abi Hafs Abd Al Mumin.
El nombre completo del último walí, nombrado en 1208,
era Abu Yahya Muhammad ibn Ali ibn Abi Imran al Tinmalali.
5/ Ciertas personas
mantienen que el catalán hablado en Baleares no tiene
nada que ver con el catalán de Catalunya, sino que se
trata de una lengua autóctona hablada antes
de la invasión catalano aragonesa. Sin entrar en polémicas
filológicas es obvio que, dado que la población anterior
era almorávide y almohade, sus hablas serían las propias
de las poblaciones bereberes, bien de las montañas o
del desierto. La escasa población latina de Mallorca
queda consignada como de paso: marinos y comerciantes
pisanos, genoveses y provenzales. En las conversaciones
de paz entre tropas cristianas y musulmanas se menciona
siempre la presencia de traductores. En las crónicas
y en el Codex Català del Llibre del Repartiment,
equivalente catalano mallorquín al Doomesdaybook
inglés, aparece un mínimo número de nombres latinos.
Al contrario, gran número de topónimos de Mallorca -Binissalem,
Biniali, Banyalbufar, etc.- sólo se explican por la
catalanización de su fonética. Tampoco se ha encontrado
ni una lápida o inscripción latina o romance que avale
la presencia de una comunidad mozárabe mallorquina en
el momento de la conquista. Hay que recordar también
el hecho que Ramón Llull compró un esclavo musulmán
para aprender arábigo, es decir, que la lengua romance
de Llull no era la nativa de Mallorca. A su vez, la
población musulmana, bien mediante la huída o por la
esclavitud, desapareció de Mallorca al poco de medio
siglo después de la Conquista. Jaume I favoreció la
repoblaci¢n de catalanes, posteriormente se establecieron
italianos, a lo que debe sumarse la protección real
brindada a la comunidad judía (La Conquista de
Mallorca pel rei en Jaume I, Miquel Ribas de Pina,
ed. Alcover, Palma, 1934).
6/ Mezquitas urbanas
y rurales en Mallorca, Ricard Soto, en Butlletí
Societat Arqueológica Lul.liana, XXXVII, Palma, 1979.
Para analizar en profundidad la constitución urbana,
ver Evolució urbana i topografia de Madina Mayurqa,
Magdalena Riera Frau, Ajuntament de Palma, 1993, obra
en la que se da cuenta de recintos amurallados, mercados,
red de aguas, huertos, barrios, sondeos arqueológicos
y toponimia. Para la organización del resto de la Isla,
ver el nº 18 de la publicación Afers, varios
autores, ed. Afers, Catarroja, 1994.
7/ El fenómeno de reforma
aparece en todas las religiones reveladas. En la cristiana,
la reforma protestante implicó, entre otros aspectos,
la libertad de traducción de la Biblia y de su interpretación;
una corriente reformadora se denomin¢ puritanismo,
en busca de una vuelta a las raíces bíblicas. En el
Islam, la reforma almohade es en cierto modo equiparable,
ya que promovió la traducción del Corán del árabe al
beréber, rompió con las líneas genealógicas anteriores
e impuso una mayor pureza de costumbres, aparejada con
la intolerancia hacia judíos y cristianos. Con todo,
la reforma almohade de rito malakí está muy lejos del
actual fundamentalismo nacido de la interpretación
chií de la Saria o ley coránica.
8/ El significado de
califa o Jalifa es religioso
y apareció justo después de la muerte del Profeta Mahoma,
cuando el grupo de sus más cercanos seguidores o defensores
escogieron de entre ellos a Abu Bakr como el vicario
o califa del Profeta. Las consecuencias
de esta acción y sus repercusiones -enfrentamientos
con Alí y Fátima, disensiones entre harishíes
y shiíes- no son objeto de esta crónica.
9/ Se trataba de un
nombramiento para combatir a Alí ibn Ganiya al
Mayurkí y sus hermanos que, desconectados de sus
bases de aprovionamiento mallorquinas, aún combatían
contra los almohades en Túnez. El último Ganiya murió
en 1236. es decir, un lustro después de que su patria
fuera invadida por los cristianos.
10/ Al.Mahkzumí, cuya
perdida historia de Mallorca recensionó al.Makkari y
recoge Alvaro Campaner.
11/ Sorprendentemente,
la crónica real no refleja este encuentro, pero sí aparece
en otras posteriores.
12/ Luego llamada puerta
de Santa Margalida. Su factura original pervivió en
Palma hasta el pasado siglo, cuando problemas urbanísticos
incitaron a su derribo.
13/ Y así, el simpático
Alí le dice al rey nada menos que su madre es una mujer
muy sabia "y ha conocido en su arte de astronomía
que tú debes conquistar esta tierra", y antes que
"esta tierra es tuya ... que me lo dijo mi madre
y me ruega que te lo venga a decir". (Els
Oblidats de Roselló Bordoy, p g. 67, recogido
de la 'Cr¢nica del Rei en Jaume' de Bernat Desclot).
Precioso, pero ¿fue verdad?. Ramón Muntaner narra en
sus Cróniques que Jaume I le mesó la barba
a Yahya, en venganza de los cautivos cristianos. Pero
el propio rey tampoco lo narra.
14/ Crónica del Llibre
dels feits, capítulo 79. Ed. 62, Barcelona, 1982.
La traducción del fragmento y otros es del autor de
este artículo.
15/ Ibidem.
16/ Ibidem.
17/ Ibidem. La mayor
parte de los nobles catalanes con sus huestes abandonaron
al rey tras la conquista de la Medina y el reparto del
botín. Jaume I en persona, junto con los rics
homens de Aragón, los caballeros del Temple y
los mercenarios almogávares, dirigió las operaciones
de limpieza hasta noviembre de 1230. En esos duros meses
en las montañas de Sóller (Shuiyar), Almallux, Banyalbufar,
Artá (Yartan), o la llanura de Inca (de Inkan, lugar),
días hubo en que el rey junto con cien peones y caballeros
compartieron siete panes por toda comida. Jaume I regresó
a Mallorca en otras dos ocasiones, y en ambas dirigió
personalmente las operaciones militares.
18/ Els Oblidats,
pág. 81.
*Javier Lacosta es periodista
Ver Los Cartógrafos
Mallorquines Jafúda y Abrahan Cresques
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