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Mata Ortiz
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(Miquel Ramis)

Erase una vez un hombre que recogia leña del monte que entró en una cueva al norte de Chihuahua, a mediados de los años 70. Allí encontró un enterramiento de sus antepasados prehispánicos. Entre los huesos había unos fragmentos de cerámica pintada con un diseño tan atrevido que el hombre regresó a su casa maravillandose como algo tán antíguo pudiera ser tan bello. En los días siguientes, no pudo quitarse de la cabeza el pensamiento, así que se decidió a intentar hacer él mismo estas vasijas tan bellas y que le relacionaban con su pasado. Tras meses de pruebas con diferentes arcillas y tipos de cocción, consiguió hacer unas primeras piezas que llevó a vender a una de estas tiendas en que se encuentra de todo, muchos kilómetros lejos de su aldea.

Probablemente en la tienda enterraron las piezas durante algún tiempo, para hacerlas pasar por prehispánicas. Su venta estimuló a Juan, que en 1976 empieza a firmar sus piezas para evitar que se vendieran como prehispánicas y pudieran ser identificadas como suyas.

En 1976, Spencer Heath MacCallum, antropólogo e historiador del Arte descubrió en una tienda de antiguedades de Deming, Nuevo Mexico, tres vasijas que le parecieron muy distintas a las que había visto hasta entonces. La dueña de la tienda creía que provenían de Mejico. Spencer las compró y en su hogar, las contemplaba a menudo, pensando que en algun lugar del norte de Mejico había un gran artista. Finalmente, se decidió a buscarlo, cruzando la frontera.

Chihuahua es un territorio grande, despoblado. Interrogando a todo el que encontraba y mostrando las fotos, llegó a Nuevo Casas Grandes y consiguió llegar a Mata Ortiz finalmente, a la casa de adobe de Juan. Al ver las piezas que tenía en una repisa, Spencer supo que habia encontrado al artista de las tres piezas que le habían impresionado. Juan le dijo que podría hacer piezas mejores, pero que llevaban más tiempo y que hasta el momento nadie estaba dispuesto a pagar un precio más elevado. Spencer intuyó la importancia de estimular a aquel artísta desconocido y le compró varios ejemplares, prometiendo regresar en 2 meses.

Júan dudaba que lo hiciera, pero no solo regresó, sino que inició una relación de trabajo con Juan y otros alfareros del pueblo que duraría 8 años. En todo movimiento artístico, hay siempre un momento clave, y este es claramente el momento en que Spencer empieza a difundir este tipo de cerámica en un círculo de personas conocedoras del arte. A su llegada había 8 alfareros en Mata Ortiz. Actualmente más de 340 alfareros mantienen a sus familias con la exclusiva cerámica de Mata Ortiz, 600 años después que se dejara de hacer cerámica en la región. De ellos, al menos una docena tienen ya prestigio en Mejico y Estados Unidos.

Juan Celada ha dado docenas de conferencias en multitud de Universidades y Centros de Estados Unidos, donde es una figura consagrada. Sus piezas se venden por cifras muy elevadas. Al principio los jóvenes copian directamente los diseños y formas de Juan, pero pronto se dan cuenta que los buenos precios se consiguen produciendo piezas con diseño diferenciado.

Técnica:

Al principio de su experimentación, Juan buscó los barros más puros pero estos eran demasiado plásticos y las vasijas se cuarteaban al secarse. La clave se encontraba en la cerámica antígua y Juan las estudió con atención, descubriendo que contenían arena. Al principio pensó que era por descuido, pero pronto verifico que incluso en las piezas más delicadas tambien contenian arena.

Añadió pues arena al barro y las piezas ya no se cuartearon. Los desafíos técnicos de Juan continuaron: los barros del rio estában contaminados con depósitos de cal. Al secarse, la cal provocaba ampollas y burbujas en las superficie, incluso tras haber sido quemadas. Tras experimentar con multitud de barros distintos, probó una mezcla de arena molida a partir de una piedra de color similar al barro. Esta arena controlaba la retracción pero impedía bruñir las piezas para lograr una superficie lisa y brillante. Actualmente se trabaja el barro blanco, el rojo, anaranjado, amarillo, el negro y el mezclado. El mezclado se obtiene al juntar dos o más tipos de barro. Al pulir la pieza, aparecen las vetas diferenciadas de cada tipo de barro.. Reynaldo, hermano de Juan, fué el inventor de la técnica un día que, escaso de material, juntó dos tipos de barro para terminar una pieza.Al pulir la pieza, descubrió que obtenía un efecto de mármolado.

Las piezas se hacen presionando el barro contra un molde de yeso y rascando luego las paredes exteriores con una hoja de segueta para afinarlas. Una vez seca, se lija con grano 100 y luego con grano 200.Se cubre con aceite y luego con algo de agua para proceder al pulido, con una piedra suave o un hueso de venado. Esta superficie lisa le permite luego pintar con precisión la decoración. Pintar directamente sobre el barro, en lugar de sobre una capa de engobe, produce colores más vivos.

Pigmentos:

Juan considera que el perfeccionamiento de sus pigmentos han sido el desafío mayor de su técnica alfarera. Su paleta de colores procede de minerales y barros de los montes cercanos a Mata Ortiz, básicamente rojos y negros. El negro se obtiene de una mina de manganeso al que Juan agrega algo de cobre molido para que la pintura no se queme durante el horneado. Finalmente descubrió que añadiendo una piedra negra molida al manganeso obtenía un negro intenso, que adquiere brillo al pulirse. Actualmente los innovadores utilizan nuevos colores ( azul, verde, amarillo, purpura) que los viejos rechazan porque se alejan de la herencia de casas grandes y los minerales no se hacen enteramente con minerales de la localidad.

Pintura:

La perfección técnica de los alfareros de Mata Ortiz es altísima. Utilizan pinceles de 5 a 7 centímetros hechos con 10 ò 20 cabellos de niño. Antes de esto Juan y su hermano Nicolás hicieron pruebas con plumas o todo tipo de pelo animal.

Esquema de trabajo:

Habitualmente las piezas s hacen en conjunto por un alfarero y un pintor, que es quien firma la pieza. Es habitual que los pintores compren las vasijas sin quemar para pintarlas con sus propios diseños.

Quemado:

Otro logro importante de Juan fué conseguir un quemado a temperatura estable y unas condiciones que conservaran los tonos del barro y de la pintura. Al principio quemaba con carbón y madera. Despues trató de quemar a nivel del suelo, rodeando la olla con alambre para que no tuviera contacto con la madera. Pero el metal desprendía gases metálicos que manchaban las piezas. Tran muchas pruebas fallidas descubrió que cubriendo el agujero con una maceta, esta funcionaba como caja refractaria y regulaba la temperatura. tradicionalmente el combustible en Mata Ortiz era el estiercol. El aumento de alfareros y la reducción de la ganadería ha provocado que se hayan buscado otras fuentes de energia, como la corteza de álamo. Otros han experimentado con pino y madera de álamo, con resultados diversos.

Para el barro negro se utilizan tres técnicas diferentes: colocar una o varias vasijas en una cama de estiercol finamente desbastada y se cubre con una cubeta de metal que se presiona contra el suelo para sellar. Se cubre por completo el exterior con más estiercol o corteza. Se rocía la base de esta pila con queroseno y se enciende. El estiercol dentro de la cubeta arde de tal manera que crea una cámara de humo. El carbón contenido en el humo penetra en los poros abiertos del barro rojo caliente. Al enfriarse, estos se cierran, aprisionando el carbón. En 1995 Juan moldeó una pieza de barro rojo y la pulió con un trapo, en lugar de hacerlo con una piedra. Trazó con pintura blanca los diseños y quemó la pieza dentro de una cubeta sellada. El resultado fué una vasija negra satinada, pintada en trazos grises.

Finalmente, Macario Ortiz ha descubierto un terminado de negro sobre negro. Un día quemó una olla cuya base habñia firmado con lápiz. Lo escrito se había convertido en un negro brillante, por lo que decidió cubrir una pieza completamente de grafito antes de quemarla.El resultado es un brillo metálico plateado que hace destacar más los diseños pintados que en las vasijas que solamente están pulidas.


El dueño de la tienda solo le pudo decir que era un hombre que le había dejado las piezas en depósito, y que dijo que volvería a pasar más adelante a ver si se habían vendido.

El coleccionista se pasó sus dos semanas de vacaciones buscando sin éxito al ceramista.El encuentro tuvo que posponerse al próximo viaje de xxxxxx, en el que por fín pudo conocer a Juan Quezada, el protagonista de esta historia.

 

Las vasijas se tornean en la tradición de la zona, con paredes extremadamente finas, que exigen una mano de buen artesano, para luego ser pintadas con pinceles de un pelo.
Otras piezas son esgrafiadas,y bruñidas cuidadosamente a mano antes de ser puesto en el horno.

Finalmente, estan las vasijas negras.

Para quemar las vasijas por reducción de oxígeno se coloca la pieza cubierta de grafito en un agujero en el suelo seco y se tapa con una maceta o cubo de metal a cuyo alrededor se colocan astillas bañadas en queroseno. El conjunto funciona como horno reductor.

Una vez quemada la leña, se retira la maceta y la vasija está ya cocida y negra. Ahora solo queda bruñirla con un trapo para sacarle brillo y retirar el exceso de grafito.


 

 

Olla de barro blanco con decoración polícroma seccionada en tercios. Juan Quezada Celada.

A diferencia de tantos casos que todos conocemos, en este caso los vecinos no se han limitado a copiar y plagiar con burdas imitaciones el trabajo de Juan, sino que el ambiente especial de Mata Ortiz ha hecho que cada uno haya seguido un camino personal, esforzandose en firmar las piezas como artistas individuales. Esto les ha llevado a la busqueda de un camino personal, lo que ha provocado una verdadera explosión de creadores en un pequeño y remoto lugar.

Todo ello es más meritorio todavía si pensamos que esto lo han hecho personas sin ningún tipo de preparación artística, solamente siguiendo la estela de las depuradas técnicas desarrolladas por Juan Quezada.

Noé Quezada Olivas, hijo de Juan. En la ampliación Nicolás Ortiz Estrada, conocido por sus piezas zoomorfas.

 

Izquierda: olla de barro rosa con abertura rasgada y decoración polícroma. Lydia Quezada Celada.

 

Derecha: vasija geométrica en tres colores con bandas en espiral. Humberto Ponce Ávalos y Blanca Almeida Gallegos.

Izquierda: una entrada a un corral. La construcción de adobe tradicional tiene una entrada que se estrecha mucho en la parte inferior, para permitir el paso de las personas pero no de las ovejas o equinos. Paquimé ( Casas grandes), Chihuahua.

El diseño tradicional es fuente de inspiración para la vasija de estilo geométrico de Hector Gallego Esparza y Graciela Martinez Flores.

Izquierda: olla con serpientes y conejos. Roberto Bañuelos Guerrero y Ángela López Ávalos.

Derecha: Diseño zoomórfico. La boca del pez es en realidad la parte superior de la vasija.Martín Cota.

Izquierda: pieza esgrafiada sobre barro marmolado.

Derecha: Diseño del estilo geométrico en tres colores combinado efectos en perspectiva con elementos fantásticos. Manuel Rodríguez Guillén.

Izquierda: Olla de barro rojo quemada por reducción y decorada en blanco. Juan Quezada Celada.

Derecha: Espectacular diseño asimétrico con bandas sobre fondo difuminado. Elías Javier Pérez Dávila.

Izquierda:Olla de barro blanco con decoración seccionada en octavos. Damián Escárcega Quezada.

Derecha: Olla de doble serpiente con ratón en barro negro bruñido. Nicolás Ortiz Estrada.

Claves para entender el "milagro de Mata Ortiz"

I: Juan Quezada : experimentación y depuración de técnicas. Creación de un primer equipo de investigación con su hermano Nicolás y su hermana Lydia.

II: Obtención de una técnica y procedimientos de trabajo que garantiza la regularidad y calidad de los resultados.

II: Exigencia a los demás de un nivel de calidad alto, necesario para alcanzar una masa crítica de investigadores y estudiosos de la técnica.

III:Creación de una masa crítica de artesanos exigentes y serios.

IV:Expansión de Mata Ortiz: todo el mundo se apunta a la salida económica que supone la alfareria, pero la masa crítica sigue manteniendo el alto nivel de exigencia y cobrando cada vez precios más caros.

V: La búsqueda de unestilo personalizado permite el surgimiento de tres estilos diferenciados.

V: Consolidación: Los recien llegados al oficio vén que los buenos artesanos con nombre propio ganan más con una pieza que ellos con 10: menor esfuerzo, más rentabilidad, más prestigio, más satisfacción personal. La continuidad y evolución del movimiento artístico está asegurada.

 

Artistas de Mata Ortiz y Casas Grandes con nombre propio y prestigio, agrupados según su estilo:

Estilo Quezada:
Juan Quezada Celado
Lydia Quezada Celado
Nicolás Quezada Celado
Noé Quezada Olivas
Mauro "Chico" Corona Quezada
Damian Quezada Escárcega y Elvira Antillón
Hécto Gallegos Flores y Graciela Martínez Esparza
Cesar Domínguez Alvarado y Gabriela Almeida Gallegos
Humberto Ponce Ávalos y Blanca Noelia Almeida Gallegos
Porfirio "Pilo" Mora Villalba
Elías Javier Pérez Dávila
Jorge Quintana Rodriguez

Estilo Porvenir:
Macario Ortiz Estrada
Nicolás Ortiz Estrada
Eduardo "Chevo" Ortiz Estrada y Hortensia Domingues Ortega
Rubén Lozano Lucero
Eli Navarrete Ortiz
Jaime Quezada
Olga Hernandez Quezada y Humberto Ledezma Jacques
Andrés Villalba Pérez

Estilo Innovador:
Leonel López Sáenz
Reynaldo Quezada Celado
Manuel "Manolo" Rodriguéz Guillén
Roberto Bañuelos Guerrero y María de los Ángeles "Angela López Ávalos

 

El caso de Juan Quezada no es especial, es una historia que se repite; una fuerte determinación, sensibilidad artística, y una evolución personal y artística importante. Las piezas son sorprendentemente elegantes, sofisticadas, con un diseño muy depurado que con los años se hace aún más minimalista.

Han pasado ya más de 30 años y el pueblito de Juan, Mata Ortiz, (ferrocarril, ganado, agricultura) se ha transformado en una colonia de artistas con una alta concentración de ceramistas de primer orden. Casas grandes, el pueblo vecino donde muchos han emigrado, tambien es un pujante centro de actividad artística.

En este momento ha existen tres estilos diferenciados: El Quezada ( simetría, sinuosidad), el Porvenir ( Geometría paquimense y el negro) y el Innovador ( Naturaleza y tradiciónes indias).Esta revolución se puede comparar al Renacimiento, pues los artistas han bebido de sus fuentes clásicas ( casas grandes) como los italianos bebieron de su herencia romana para crear un nuevo estilo.

Lo que es especial de esta historia es el modo en que todo un pueblo ha sabido utilizar la puerta abierta por uno de sus vecinos para encontrar no solo un medio de vida sino de desarrollo personal como artistas. La concentración de alfareros buscando un estilo personal estimula la creatividad y mantiene un alto nivel de exigencia.

En Mallorca, poblaciones antaño dedicadas completamente a la alfareria, como Portol, languidecen entre la copia y el plagio, repitiendo monótonamente los mismos diseños desde hace 30 años. La mayorìa de alfarerias compran ya las vasijas a otros alfareros de la península, más baratas y mantienen una pequeña producción de las piezas más sencillas y rápidas de hacer. Se han convertido en revendedores que finjen ser artesanos, sin ningún horizonte ni aspiración. Un enfoque condenado al fracaso o a la abulia.

Los factores de éxito:

La determinación de Juan Quezada, el contacto con Spencer, los bajos precios iniciales, y tambien la ausencia de barreras psicológicas que les impidieran ser algo más que alfareros: artístas.

Juan Quezada: en 1970 Juan ya había perfeccionado su técnica y durante la década siguiente mantuvo en secreto sus fórmulas. Juan insistía en que cada alfarero se tomara bien en serio su oficio y mantuviera un alto nivel de calidad. Si no era así, simplemente no les proporcionaba la pintura, que en aquellos primeros años, equivalía a no tener ventas, ya que las vasijas sin decorar eran muy difíciles de vender. Esto provocó algunas fricciones, pero también que todos hicieran un esfuerzo suplementario. El resultado fué una masa crítica que producía piezas de excelente calidad. A partir de este momento, lo más difícil estaba ya hecho. Esta docena de buenos artesanos siguieron experimentando e innovando, provocando un fenómeno de ondas concéntricas que llevaban a los nuevos a su vez a un camino de constante evolución y autoexigencia.

 



 
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