Durante una conferencia en Palma, tuvimos ya una oferta directa de cesión de un terreno agrícola por parte de uno de los asistentes. Visitado el lugar, el terreno era ideal: perfectamente vallado, agua en abundania y aperos y cobertizos agrícolas. El pero estaba en la ubicación: casi media hora desde Inca, con lo que, con gran pesar, optamos por un solar urbano situado a solo 5 minutos de la escuela.

El solar había estado desatendido durante años, y simpáticos constructores se habían dedicado a llenarlo de escombros. La casita la habían habitado unos okupas que no tuvieron otra ocurrencia que hacer fuego en el interior, rebentando con el calor las vigas de hormigón del techo. Las cabras del vecino y los visitantes esporádicos habían completado el escenario.

La primera fase estába muy clara: vaciar la casa y limpiar el terreno.

Es increíble la cantidad de basura que puede acumular un espacio abandonado: varias hogueras, sacas y sacas con plástico y metales para el punto verde, un verdadero muestrario de productos de la sociedad de consumo.

Tras un par de mañanas, la casa quedó vacía y empezamos a podar y arreglar la parra y los árboles.

( De izquierda a derecha: Miquel, Ramón y Bóris)

Una vez despejado el terreno de las piedras más grandes, llegó la hora de probar otro de nuestros proyectos: la reconversión de un viejo motocultor a herramienta de permacultura. Para ello sustituímos las fresas por unas ruedas grandes. En la parte posterior adaptamos unos viejos cultivadores de arado tirado por caballo, a base de cortar y soldar, con lo que Gonzálo pudo refrescar sus habilidades de herrero.

El resultado es una maquina que, si bien sigue consumiendo gasoil, nos permite abrir la tierra sin voltearla, con lo que se respeta a la vida bacteriana que debe permanecer en su estrato horizontal correspondiente al tiempo que permitimos que entre el oxígeno en el subsuelo.

Luís probando el invento.

Las zarzas habían invadido el linde oeste, así que hubo que "enzarzarse" concienzudamente para poder retirarlas.

Luis, Andrés y Jaume.

Liberados los lindes, llegó la tarea de plantar nuevos postes y colocar la rejilla.

Miquel, Ramón, Bóris y Andrés.

Al tiempo que cerrábamos el perímetro, ibamos aportando abono de caballo a los futuros bancales...

Preparado y abonado el terreno, empezamos a preparar las camas elevadas, delimitándolas con cuerdas.

Anchura 1,20 m x 18 m de longitud.

Siguiente paso: colocar el riego a goteo y cubrir la tierra con paja.

Continúa en la segunda parte...