Las torres son cortas,
de ocho lados, que repiten el diseño del
ventanal central, esta vez con ajímeces
coronados por dos óculos. En la esquina,
un dragón de piedra que de tan discreto
pasa desapercibido contempla el paisaje.
( Img:Patio de la rectoría.
Muro adosado a la iglesia.)
Detalle de los dragones.
El interior de los campanarios oculta un detalle
técnico interesante: la estructura es de
marés unido con cemento mallorquin, cosidos
por troncos de sabina, una madera legendaria por
su longevidad.
El secreto de su estabilidad son los arcos catenarios,
que transmiten directamente las fuerzas al suelo.
Al igual que en la sacristia, vemos que el arquitecto
no puede menos que aplicar los ultimos descubrimientos
técnicos, los que aplicará en breve
Gaudi en sus sorprendentes construcciones.
Entre las dos torres, un
san Miguel con cota de malla y espada domina el
escenario. Bajo sus pies, el demonio vencido.
Desde arriba los dragones ya no parecen tan pequeños.
Es una pena que una talla tan expresiva esté
tan alejada del suelo.